El drama del circo varado 7 meses por la pandemia: ahora quieren desalojarlo del predio que alquilan

Llevan siete meses varados en un predio de Cipolletti: no pueden trabajar ni trasladase a otro lugar, pero el dueño del terreno donde están pidió que lo abandonaran.

En marzo pasado, las seis familias del circo Dihany llegaba a la localidad rionegrina de Cipolletti para alegrar a grandes y chicos. Días después, cuando se declaró la pandemia de coronavirus, ya no pudieron trabajar.

Ahora, siete meses después de estancamiento en un predio que alquilaron para hacer temporada, el propietario del lugar pidió el desalojo. El problema es que “no podemos trabajar ni movernos”, indicaron al diario LM Neuquén.

“No queremos quedarnos, pero no podemos movernos”, insisten mientras la inmobiliaria que les alquiló el terreno en la esquina de Mariano Moreno y San Luis de Cipolletti les reclamó que abandonen el lugar.

Luego de adelantar 100 mil pesos por un mes de alquiler, trabajaron dos semanas y y enseguida comenzaron las restricciones, hasta que la actividad fue prohibida por la pandemia.

Para sobrevivir en ese marco, instalaron un puesto de venta de pollos a la parrilla, lo que les genera ingresos mínimos para subsistir mientras duran las restricciones.

Pero pasó lo inesperado. “Esta mañana nos llamó el dueño de la inmobiliaria a cargo del alquiler del predio y nos avisó que el propietario del lugar quiere que lo desocupemos. Al parecer tiene miedo de que nos quedemos instalados acá para siempre, pero esa no es la idea”, dijo el encargado Daniel Molina al citado diario.

“Somos un circo, somos itinerantes, y no estamos acá porque queremos sino porque no podemos trabajar ni movernos por la pandemia. Yo les aseguro, y pedí dejarlo por escrito, que apenas podamos trabajar y juntar el dinero para el combustible, nos vamos, seguimos viaje, y dejamos el predio como lo recibimos”, completó el hombre.

Y describió el drama que sufren: “Nosotros estamos sobreviviendo. Somos gente de bien, y el circo es nuestra casa. No queremos quedarnos instalados en ningún lugar. Somos seis familias, unas 25 personas con chicos, mujeres y hasta personas con discapacidad. Sólo estamos esperando poder trabajar de nuevo”.

Mientras esperan que con el diálogo se llegue a un acuerdo con el propietario y la inmobiliaria, siguen vendiendo pollos a la parrilla y con lo recaudado al menos pueden alimentarse, con la esperanza intacta de seguir su interminable gira por el país.

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