Tras el reestreno de la tira juvenil, la productora reveló el origen de uno de los personajes más queridos.
Cris Morena revivió un antiguo amor extranjero que quedó inmortalizado con un personaje en Floricienta.
A días de celebrar su emotivo cumpleaños con una decena de saludos virtuales, Cris Morena recibió otra inmensa alegría. Fue el regreso de Floricienta, que en su reestreno por los 30 años de Telefé, no solo hizo explotar el rating con un promedio de 14.7 y picos de 16.1, sino que revivió el furor de generaciones enteras de fanáticos que acompañaron con nostalgia el regreso de la recordada telenovela juvenil.
Horas antes de la vuelta, la exitosa productora y fundadora de la escuela Otro Mundo, su nuevo semillero de talentos que avanza pese a la pandemia, contó intimidades de la cocina del programa que hasta los más fanáticos desconocían. Como si el tiempo no hubiera pasado, Cris relató el día en que conoció a Florencia Bertotti, a quien le atribuyó los créditos por apodar “Freezer” al príncipe, papel que interpretó el actor Juan Gil Navarro durante la primera temporada.
Cris reveló que el apodo del “Freezer”, Juan Gil Navarro en Floricienta, fue una idea de Florencia Bertotti.
Pero eso no fue todo. La talentosa compositora confesó haber salido un tiempo con un novio extranjero, el mismo que la inspiró para otorgarle el apellido Fritzenwalden al galán de la ficción. Aunque con algunas pequeñas diferencias en el final del nombre para evitarse problemas legales, aclaró: “Yo estaba de novia con un alemán en ese momento. Saliendo bastante con un alemán alemán de apellido Fritzembardel y pensé qué buen apellido para alguien frío. Pero al mismo tiempo dije lo cambio, a ver si algún día me hace un juicio porque le usé el nombre, lo único que me falta. Entonces se llamó Federico Fritzenwalden con Juan Gil Navarro que lo hizo increíble”, relató la mamá de Romina Yan desde el diván virtual de Cortá por Lozano.
Cris Morena revivió un antiguo noviazgo y reconoció sus ganas de volver a enamorarse.
Sin tabúes para hablar de amor, aunque no suele hacerlo públicamente, Cris manifestó sus ganas de conocer un compañero de vida. “Cómo me gustaría que hubiera. Soy megaromántica. Me encantaría, yo vivo del amor y no puedo vivir de otra manera”, aceptó sin dejar de reconocer sus exigencias en materia sentimental. “Me parece que tengo la vara muy alta. Las mujeres me dicen ‘es que vos asustas a los hombres’ y yo digo ‘¿cómo que asusto?’ Me dicen que yo intimido, porque soy una mujer independiente, porque hago mi vida, pareciera que no tuviera lugar. Pero soy más buena que Lassie. Además soy muy geisha, me encantan los masajes”, detalló después de confesar haber realizado un curso de masajes tailandeses.
Antes de despedirse, la expareja de Gustavo Yankelevich se permitió mostrarse vulnerable y contó que el aislamiento la encontró reviviendo antiguas fotos familiares. “Estoy muy sensible. Le doy mucha bolilla a mi cuerpo, mi corazón y mi alma, y no tapo nada. Atravieso todo, no le escapo a nada. Quiero ser luminosa y verdadera. Mi búsqueda mayor es la de la libertad. Siempre hablábamos mucho de mis proyectos con mi hija Romina (Yan) y ahora esa energía está puesta en Tomás, que me acompaña desde los Estados Unidos. Y también Franco, mi nieto mayor, con quien somos como almas que estuvimos juntas en otras vidas. Estoy agradecida y feliz con mi vida y la celebro todas las mañanas”, cerró conmovida.
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